Las pequeñas y medianas empresas argentinas atraviesan un punto de inflexión que exige cambios urgentes en su forma de operar para poder sobrevivir y crecer. El diagnóstico central es que la competitividad dependerá de mejoras productivas aceleradas: mientras las reformas estructurales (tributaria y laboral) tardarán años en mostrar resultados, la productividad debe elevarse con rapidez mediante digitalización, innovación y reorganización interna.

Las pymes enfrentan un contexto macroburocrático, fiscal y laboral que limita su expansión. Tres ejes clave para aliviar la carga son: acceso al crédito (las tasas actuales impiden inversión y crecimiento), reforma laboral (muchas empresas evitan incorporar personal por riesgo y costos) y alivio fiscal que mejore el retorno de la inversión. En particular, el régimen simplificado para microemprendedores debe potenciarse y simplificarse: se propone aumentar los topes de facturación (actuales muy por debajo de comparativos regionales) y aplicar una tributación gradual que permita escalar sin perder competitividad.

La estructura empresarial muestra que muchas microempresas pasan a ser pequeñas, pero muy pocas logran convertirse en medianas o grandes, lo que frena la generación de empleo formal y el desarrollo económico. Si las pymes lograran despegar sostenidamente, podrían crearse entre 800.000 y 1,1 millones de puestos de trabajo en dos años, según estimaciones del análisis.

Además de reformas externas, el cambio interno es indispensable: las empresas deben asumir tecnologías como la inteligencia artificial, optimizar procesos mediante análisis de datos, reorganizar equipos y adoptar una cultura del cambio. Las firmas que se transforman crecen significativamente más que las que permanecen estáticas; por ello, se advierte que no conviene esperar a que las leyes resuelvan todo: hay que cambiar para poder crecer.

En términos temporales, una reforma tributaria demorará entre ocho y diez años en reducir la presión impositiva de manera sostenida; por eso la mejora de la productividad debe ser inmediata y a “velocidad de jet”. Mientras tanto, la incertidumbre política y la espera de cambios formales pueden desalentar inversiones; por eso es clave combinar medidas públicas con decisiones privadas que impulsen la competitividad.

En resumen: para que las pymes argentinas prosperen se necesita un combo de mayor acceso a financiamiento, reforma laboral razonable, alivio fiscal y una apuesta decidida a la digitalización y a la innovación. Sin esas transformaciones, el ascenso empresarial continuará estando frustrado y el potencial de creación de empleo y crecimiento económico quedará limitado.